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Por Agustín de VicenteConcha en ácido: restos del fondo marino en MAC Parque Forestal
Se trata de una propuesta anclada en la escultura y la instalación, y que pone el foco en el mar y en la disolución de las especies que lo habitan, a causa de la acidificación de los océanos.
Concha en ácido es una exposición que se podrá ver hasta el próximo 23 de junio en el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Chile, sede Parque Forestal. La muestra, a cargo de la artista visual Elizabeth Burmann Littin, ocupa cuatro salas del segundo piso del museo, y se estructura a partir de una serie de piezas escultóricas (de gran y pequeño formato) e instalaciones, que, de manera escenográfica, aluden al fondo marino.
La propuesta, destaca por una liquidez que se puede palpar en el ambiente acuoso que inunda las salas, pero también en la licuefacción de formatos y en la disolución de las jerarquías entre disciplinas y autorías. “Es natural que diversos medios se mezclen, y también es emocionante ver nuevas combinaciones de técnicas y materiales en la creación de instalaciones y objetos. Realicé varias piezas en colaboración con el ilustrador Simón Jarpa, y luego con el arquitecto Ignacio Lira las llevamos al volumen a través del modelado 3D. Después se cortaron en láser, y en láser se volvieron a trabajar con calor, con técnicas del fuego más obsoletas, y finalmente con la técnica vitral (ensamblado de piezas de vidrio) que inventó Tiffany en el siglo XIX”, explica Burmann.
Es así como Concha en ácido se despliega con aproximaciones basadas en lo colectivo, en los materiales de desecho (conchas, patas de jaiba, cáscaras de erizo), en intervenciones en la arquitectura (del MAC), y en versiones expandidas de la escultura. Un rizoma de decisiones que nos puede remitir a un -restaurant- Food (Matta-Clark, 1971) rosado y ubicado en el litoral central, lleno de múltiples mesas escultóricas. Sin embargo, la propuesta de Elizabeth Burmann, más que sumar imágenes para la estetización del fondo marino, lo que busca es traer a la superficie lo que no vemos: que los cangrejos, literalmente, se están desintegrando.
“En la atmósfera, que parecía tan invisible, se acumularon emisiones de varios tipos: gases, humos, respiraciones animales, descargas industriales, entre otras (...) El exceso de dióxido de carbono de estos vapores fue alterando la composición de las antiguas aguas del océano, volviéndolas más ácidas, diluyendo químicamente las estructuras formadas por carbonato de calcio. Caparazones y conchas, todas constituidas por este elemento, al igual que nuestros huesos, dientes y uñas, se diluyen hasta perderse entre el sedimento del suelo marino”, señala Sergio Soto Maulén en su texto curatorial.
Concha en ácido toma su nombre del ensayo “Your Shell on Acid: Material Immersion, Anthropocene Dissolves”, de Stacy Alaimo, quien es profesora titular de Estudios Medioambientales en la Universidad de Oregon, e investigadora en el campo de la humanidades ambientales, el feminismo material y la ecología. La teórica, a partir de la disolución de crustáceos y otros seres vivos por la acidificación, propone una desintegración de la identidad, así como de las jerarquías de la superficie antropocéntrica, para, a partir de esto, imaginar nuevas alianzas, posibilidades y escenarios.
“Me interesan fenómenos que ocurren fuera del alcance humano, o en dimensiones que pasan desapercibidas. Desde ahí me he sumergido en el estudio del medio oceánico, como un espacio fértil que permite pensar la materialidad de manera más radical. El océano como aparato conceptual para expandir las formas arraigadas en lo terrestre y sólido de pensar, es una forma de diluir nuestras propias hegemonías humanas, y comenzar a experimentar desde la mezcla. La actual crisis climática tiene repercusiones que nos impactan y no vemos a simple vista, siendo una de ellas la acidificación del océano”, señala Burmann.
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