Responsabilidad Social
Por Javiera Pizzoleo

Realizan exposición de arte benéfica que pone el foco en personas contaminadas por metales pesados

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La campaña Una vida sin metales y la exposición METALES busca recaudar fondos para financiar el viaje y tratamiento de un joven ariqueño que debe viajar a Madrid, España.

Desde el 20 hasta el 28 de octubre se estará presentando en la Galería Espacio Veta la Exposición de Arte "METALES", en el marco de la campaña de Fundación Relaves "Una Vida Sin Metales". Esta campaña busca recaudar fondos para que el joven ariqueño Isaías Fernández, de 16 años, pueda viajar a España a realizarse un tratamiento de quelación, que quitará los metales pesados que su cuerpo ha captado desde su nacimiento, debido a los relaves tóxicos instalados en Cerro Chuño (Arica), donde vivió su primer año junto a su familia.

METALES reúne el trabajo de cinco artistas (Marcos Zegers, Celeste Rojas, Cristóbal Olivares, Tom Burke y Male Uribeque), quienes -a través de la fotografía, la investigación y la escultura- reflexionan sobre los rastros materiales e intangibles que las actividades humanas han ido construyendo en el desierto chileno, indagando en las profundas e invisibilizadas narrativas que se encuentran en la aridez de su superficie.

Así, este viernes 25 se realizará un evento y conversatorio -a partir de las 18 horas en la misma galería, donde representantes de la Defensoría Ambiental, ONG Fima y Colegio Médico, además de Isaías y su padre Claudio Fernández, explicarán y detallarán la importancia de campañas como esta, que da luces a una injusticia ambiental que se vive en Cerro Chuño por más de 40 años.

Cronología de toda una vida con metales

En la década de los ochenta, la empresa PROMEL Ltda. cerca de 20.000 toneladas de relaves mineros tóxicos desde Suecia, apelando en su momento a que los reprocesarían. Sin embargo, los instaló en el sector de Cerro Chuño, en Arica, y se olvidó de ellos para siempre. Las consecuencias de esta acción se ven hasta el día de hoy, ya que generaron graves enfermedades en toda la población que vivía en esa área, además de grave contaminación medioambiental.

Uno de los cientos (sino miles) de casos relacionados a problemas médicos debido a la exposición a estos residuos es el de Isaías Fernández. Hoy es un joven adolescente de 16 años, pero vivió desde sus primeros segundos de vida y su primer año de vida en la zona contaminada. 

En 2008, Claudio Fernández -su padre- recibió una casa por parte del Serviu Arica, en Calle Capitán Ávalos 1679, Cerro Chuño 1, porque -según su información- no había contaminación allí. Su hijo Isaías nació en esa casa, pero -cuando tenía 6 meses de nacido- “nos enteramos por las noticias que el Servicio de Salud de Arica había ocultado por muchos años los resultados de exámenes de polimetales de personas que habían vivido en la zona, exámenes que fueron alterados y manipulados corriendo las comas en las cifras de presencia de metales pesados, para bajar los niveles considerablemente”, relata Claudio. 

En 2012, se implementó la Ley 20.590 de polimetales, que -se suponía- aplicaba la atención real de médicos toxicólogos, neurólogos y dermatólogos para casos de intoxicación o enfermedades relacionadas en las personas, lo que -hasta el momento- no existe. Es más: en Chile no hay doctores especializados para enfrentar esta problemática, ni tampoco hospitales que traten enfermedades relacionadas.

Polimetales de los que nadie se ha hecho cargo en más de 40 años

La situación de Isaías es solo una de las miles de historias que han vivido las víctimas de este sector, las cuales hasta el día de hoy siguen sin entender como su pedido por una vivienda digna, terminó por sellar para siempre su destino. 

“Al ser viviendas sociales, muchas de las personas construyeron parte de sus casas con material de este vertedero de desechos tóxicos que estaba a escasos metros de sus casas, por lo que la contaminación estaba en todas partes”, comenta Constanza Dougnac, de ONG FIMA. Años después las familias fueron erradicadas del sector, pero las casas no han sido demolidas y luego fueron tomadas y habitadas por otras familias, por lo que la contaminación se sigue pasando de generación en generación. 

Por otra parte, los desechos fueron trasladados hace más de 20 años a un lugar provisorio que no cuenta con las medidas definitivas necesarias para tratar este tipo de materiales y todavía siguen ahí; mientras que el sitio F, que es como se le llama al lugar de acopio original, fue muy malamente remediado, por lo que los restos de metales se continúan esparciendo por la ciudad. 

En 2007 un grupo de familias apoyados por ONG FIMA, acudió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para pedir una respuesta de parte del Estado de Chile y recién en 2022, la cancillería se puso en contacto para iniciar un proceso de solución amistosa. “Se entregó un petitorio el año pasado en el que se incluían medidas mínimas para reparar el daño que han vivido estas personas y poder acceder a los tratamientos médicos que muchas y muchos necesitan, pero el gobierno aún no ha presentado una respuesta”. 

Este año, la Fundación Mamitas del Plomo, presentó una demanda por daño ambiental contra el fisco, la cual fue admitida a trámite y actualmente está siendo revisada por el Primer Tribunal Ambiental. 

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