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Por Agustín de VicenteAccidentes cerebrovasculares en perros y gatos: causas, síntomas y cómo actuar a tiempo

Estar atentos a los síntomas, actuar con rapidez y mantener una rutina de prevención son fundamentales para proteger la vida y el bienestar de nuestros compañeros de cuatro patas.
Aunque los accidentes cerebrovasculares (ACV) son menos comunes en perros y gatos que en humanos, representan una amenaza real para la salud de las mascotas. Estos eventos, que ocurren cuando se interrumpe el flujo sanguíneo hacia el cerebro, pueden provocar daño cerebral y secuelas neurológicas. Por ello, la detección temprana y la atención veterinaria inmediata son claves para mejorar el pronóstico.
¿Qué causa un ACV en mascotas?
En la mayoría de los casos, los accidentes cerebrovasculares en animales están asociados a otras enfermedades subyacentes. Las afecciones cardiovasculares, como la cardiomiopatía, insuficiencia cardíaca o trastornos de la coagulación, son algunas de las más frecuentes. En perros, especialmente en razas grandes, la cardiomiopatía dilatada se asocia comúnmente a los ACV, mientras que en gatos, la cardiomiopatía hipertrófica es la principal causa.
Asimismo, la hipertensión arterial —que puede originarse por problemas renales o tiroideos— incrementa el riesgo de que una mascota sufra un evento cerebrovascular.
Tipos de ACV y sus efectos
Existen dos tipos principales de ACV en animales de compañía:
- ACV isquémico: se produce por la obstrucción de un vaso sanguíneo, impidiendo el suministro adecuado de sangre al cerebro. Es el más común en perros y gatos.
- ACV hemorrágico: ocurre cuando un vaso sanguíneo se rompe, provocando sangrado cerebral. Aunque menos frecuente, suele tener consecuencias más graves.
Ambos tipos generan daño encefálico, lo que se traduce en diversos síntomas neurológicos que deben ser atendidos de forma urgente.
Síntomas de alerta
Identificar a tiempo los signos de un ACV puede salvar la vida de una mascota. Algunos síntomas comunes incluyen:
- Convulsiones repentinas
- Descoordinación o caminar en círculos
- Pérdida de equilibrio
- Parálisis o debilidad en un lado del cuerpo
- Cambios bruscos de comportamiento
Ante cualquiera de estos síntomas, es fundamental acudir de inmediato a un centro veterinario.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico se basa en la historia clínica, un examen físico minucioso y estudios complementarios. Dependiendo del caso, el veterinario podría indicar análisis de sangre, radiografías, ecografías o estudios avanzados como resonancia magnética (RM) o tomografía computarizada (TC), para confirmar la presencia de un ACV.
El tratamiento de emergencia se enfoca en estabilizar al animal con oxígeno, líquidos intravenosos, medicamentos específicos y monitoreo continuo de sus signos vitales. La recuperación dependerá de la gravedad del episodio y del estado de salud general del paciente.
Prevención: la mejor estrategia
Prevenir un ACV en mascotas es posible con controles veterinarios regulares, especialmente si el animal tiene antecedentes de enfermedades cardíacas, renales o hipertensión. Mantener una alimentación equilibrada, un peso adecuado y promover la actividad física son acciones clave para cuidar su salud neurológica y cardiovascular.
En definitiva, aunque los accidentes cerebrovasculares en perros y gatos son poco frecuentes, su impacto puede ser grave. Estar atentos a los síntomas, actuar con rapidez y mantener una rutina de prevención son fundamentales para proteger la vida y el bienestar de nuestros compañeros de cuatro patas.
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