Columnistas
Por Agustín de VicenteEscasos de agua y de anticipación
Opinión de Alejandro Inzunza, socio de Symnetics
Dicen que para cada crisis existe una oportunidad. En Chile no es una novedad que nos encontramos frente a un serio trance político, institucional y social. No obstante, existe un contexto crítico que ha perdurado por largos años y que no se ha tratado como tal desde ningún sector donde se tomen las grandes decisiones.
Cuando vemos los informes científicos que relatan las problemáticas en torno al cambio climático, nos damos cuenta de que estamos al debe en muchas temáticas. Ejemplo de ello son los 12 años que Chile lleva desde que el 2009 comenzó lo que hemos denominado megasequía, la cual ha dejado al del 2006 como el último invierno lluvioso. Desde el 2012 hasta la actualidad, la mayor parte del territorio nacional ha presentado escasez pluvial.
Un fenómeno que recorre gran parte de la Zona Central de nuestro país, donde viven más de 2/3 de la población nacional, y que ha dejado un déficit de precipitaciones con un promedio de entre el 20% y el 40% de agua caída anualmente, respecto al registro histórico chileno. ¿Qué esperamos para hacernos cargo de una tendencia clara y ante la cual no existe ningún nivel de anticipación a largo plazo?
Frente a un entorno tan volátil, incierto, complejo y ambiguo, la anticipación se ha transformado en un deber básico. No basta con entender las finanzas más avanzadas o ser un erudito en todas las materias. De nada sirve, si no nos adelantamos a los contextos más críticos que nos envolverán en un futuro. Aunque ciertamente, no todo es malo. Un muy buen ejemplo de anticipación ha sido la adquisición temprana de un número altísimo de vacunas contra el COVID-19.
Sabiendo que en el mundo la producción de vacunas es de unos 5.000 millones, y que solo el Coronavirus precisaría de más del doble, estaba dentro de toda lógica generar una estrategia correcta de anticipación. Esta fue hecha a la perfección, y ha sido reconocida en todo el mundo, liderando entre los tres países a nivel mundial que más han vacunado. Entonces, ¿qué nos frena de anticipar la clarísima escasez de agua que venimos viviendo hace más de 12 años?
En toda crisis debemos hacernos cargo de distintas decisiones, sean económicas, personales, políticas o medioambientales. La actual crisis climática no la estamos viviendo como una crisis, sino más bien como un contexto momentáneo. En vez de hacernos cargo de la situación, y entender que urgen estrategias concretas, capaces de delinear las acciones para las próximas décadas en torno a un cuidado seguro del medioambiente, preferimos creer que se trata de un ciclo que, en algún momento, retomará su curso natural.
¿Qué estamos haciendo frente a esta crisis? ¿Qué otra señal estamos esperando para darnos cuenta de que el momento para actuar y adelantarnos a lo que venga es hoy? ¿Qué haremos cuando no tengamos más agua para las ciudades o para nuestros productores? Porque tenemos señales inequívocas de que esto sucederá en un plazo cada vez más corto, si no le ponemos las riendas al asunto.
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